Fragmento 1 (El encuentro)
¡Hola a tod@s!
Hoy voy a dejaros un fragmento muy especial de La profecía del mundo Oyrun (Magos Oscuros). Lo he escrito hace apenas un par de semanas porque creo que gustará a los lectores de Saga Oyrun; así la espera hasta poder leer el 4º libro no se hará tan larga :)
Antes que leáis este pequeño fragmento, recomiendo que aquellas personas que aún no hayan empezado a leer el primer tomo (Magos Oscuros) no continúen adelante pues tendrá SPOILERS. Pero los que ya hayan leído el primer volumen pueden disfrutar de este pequeño capítulo sin el miedo a desvelar ninguna trama aunque aún no hayan leído los dos siguientes libros :)
¡A partir de aquí SPOILERS para quien no haya leído Magos Oscuros!
Bien, antes de empezar el capítulo, os pongo en situación, este fragmento lo narra uno de los personajes favoritos de la saga, LARANAR, y lo situamos justo al principio de cuando Ayla aparece en el mundo Oyrun :)
LARANAR
El encuentro
Nos detuvimos al alcanzar el prado del Mar Verde, una gran explanada de hierba que era acariciada por una brisa constante y que hacía que los tallos verdes, altos hasta casi las rodillas, se movieran en un vaivén, recordando a las olas del mar.
Raiben detuvo su caballo justo a mi lado, mientras el resto de elfos guerreros que me acompañaba esperaba justo detrás de nosotros. Cada uno montando a su respectiva montura.
–Se han dividido –me informó mi amigo, y le miré– Hay dos rastros, uno es pequeño, de aproximadamente cinco o seis individuos, el otro más grande de unos quince orcos.
Miré a mi espalda, nosotros éramos doce, estábamos en desventaja, pero confiaba plenamente en cada uno de los elfos que me acompañaban. Todos ellos tenían siglos de experiencia en la lucha contra esos indeseables.
Volví me yegua hacia mis compañeros.
–Garthen, tú y el resto, os dirigiréis al grupo más grande. Raiben y yo, partiremos en busca del más pequeño.
–Seréis muy pocos –dijo Lucionar–. ¿Estás seguro?
–Podremos con ellos –respondí muy seguro–. ¡Que Natur os proteja!
Espoleamos a nuestras monturas, dividiéndonos para seguir ambos rastros.
–¿Crees que llegaremos a tiempo? –me preguntó Raiben mientras cabalgábamos, y miré el cielo, ya atardecía, en apenas una o dos horas sería de noche.
–Eso espero.
Un grupo de orcos armados logró filtrarse en Launier, país de los elfos. Pocas veces lograban sortear nuestras defensas en las fronteras y menos llegar tan al sur, hasta casi la misma capital del país, Sorania. La aldea más cercana a la ciudad, Reltiun, se vio atacada por ese grupo de orcos.
Fue algo inesperado, y los aldeanos pese a presentar batalla habían matado a cinco buenos elfos y capturado a otros tres. Debíamos alcanzarles antes que salieran del país, o un mago oscuro llegaría a ellos para llevárselos como esclavos al país oscuro.
Quizá no les hagan esclavos, pensé también, quizá los utilicen como ofrenda de sacrificio o directamente se coman alguno.
Negué con la cabeza, debíamos alcanzarles costara lo que costara.
Se hizo de noche y en el bosque de la Hoja la luz de las estrellas y la luna era prácticamente inexistente debido a los altos árboles que cubrían con sus gruesas ramas cualquier luz que pudiera llegar al suelo del bosque. Por suerte, nuestra vista de elfo nos permitía ver con claridad el terreno que pisábamos.
–A cien metros –dijo Raiben–. Es inconfundible el sonido de sus voces.
–Continuemos a pie –dije, bajándome de mi yegua.
Raiben me siguió y caminamos con sigilo, no dejando que el sonido de nuestras pisadas se escuchara para no alertar al enemigo.
Nos detuvimos a apenas cinco metros de una pequeña hoguera y observamos, escondidos entre el follaje del bosque. Cuatro orcos estaban alrededor del fuego, discutiendo dos de ellos por cenar una rata de campo que habían cazado.
Fruncí el ceño, ¡qué asco daban aquellos seres!
Un movimiento entre el follaje me alertó que había alguien más escondido entre la maleza. Raiben también lo percibió y optamos por trepar a uno de los gigantescos árboles que estaban a nuestro alrededor, colocándonos entre las ramas más bajas.
–Una humana –le susurré a mi amigo, por lo bajo, en cuanto supe qué ser se trataba–. ¿Qué hace una humana en Launier?
Raiben se encogió de hombros, tampoco entendiéndolo.
Voy a tener que poner a raya a los elfos de las fronteras, pensé, que un escuadrón de orcos logre atravesar nuestras defensas es una falta grave, pero que una simple humana haya logrado llegar tan lejos es imperdonable. No me creo que una muchacha logre sortear nuestras defensas si no es porque no están haciendo su trabajo. A menos que… ¿será una espía?
Un segundo movimiento me alertó que alguien más se escondía y pronto lo divisé. Eran cinco orcos, no cuatro, y este último se acercaba a la chica que parecía haberse quedado clavada en el suelo a cuatro patas, sin darse cuenta que la estaban acechando por detrás.
La pobre humana no tardó en ser presa de tan enorme animal y llevada al centro del grupo de orcos, donde empezaron a debatir qué hacer con ella.
–¿Intervenimos? –Preguntó Raiben al minuto, viendo que no me decidía a actuar– Se la van a comer si no lo hacemos.
Bajé de un salto del árbol donde estaba apostado en cuanto vi que iban a propinarle el golpe de gracia a la chica; preparé mi arco en apenas dos segundos y disparé una flecha directa al orco que estaba a punto de matarla con su hacha. Le di directo en el corazón, acabando con su vida en el acto, y corrí hacia el siguiente orco que ya preparaba un largo cuchillo con el que poder enfrentarse a mí.
Pasé justo al lado de la muchacha que continuaba paralizada de rodillas en el suelo, muerta de miedo.
Volví a disparar mi arco contra el orco del cuchillo dándole justo en el cuello, y desenvainé seguidamente mi espada, llamada Invierno, dando una estocada mortal en el pecho a un tercer orco. Percibí la intención de otro enemigo de utilizar su hacha contra mí y dando una vuelta sobre mí mismo llegué a él, esquivando su hacha con ese acercamiento, y hundiendo acto seguido la hoja afilada de Invierno en su estómago.
Bien, solo queda uno, pensé.
El último orco fue eliminado gracias a la intervención de Raiben en un abrir y cerrar de ojos.
Una vez los orcos fueron eliminados, mi atención fue directa a la chica, que miré serio y enfadado que hubiera llegado tan lejos caminando por mi país.
Me acerqué decidido a ella, aún con mi espada desenvainada. Si era una espía del enemigo pronto lo sabría.
Empecé a analizarla, observando primero la bolsa que estaba tirada en el suelo, justo a su lado; sus ropas eran realmente extrañas, jamás vi atuendos como aquellos y sus manos presentaban unos buenos arañazos.
Su cuerpo temblaba de miedo y, entonces, me fije en sus ojos y el mundo se detuvo para mí.
En aquel momento, apenas consciente del poder que su mirada causó en mi corazón, quedé hipnotizado por unos ojos del color de las hojas de los árboles, grandes y bonitos…
Ayla me miró alucinada.
–¿Me lo estás diciendo en serio? –Quiso cerciorarse–. ¿Desde el minuto uno que ya te enamoraste de mí?
Rompí a reír, ambos caminábamos de camino al reino del Norte, después de la batalla que se libró en Barnabel.
–No… bueno… –vacilé sobre cómo explicarlo–, quizá ya me atrapaste, pero ese no fue el momento en que me di cuenta de lo mucho que te iba a amar.
Ayla sonrió.
–¿Y cuándo fue?
–Seguro que fue más tarde de lo que tú tardaste en enamorarte de mí –respondí, riendo.
–Que creído eres –dijo fingiendo molestarse–. Quizá te sorprenderías.
–¿Tú, crees? –Dije convencido–. Se te notaba a la legua que yo te gustaba.
Una oleada de colores inundó el rostro de Ayla.
–Pues te equivocas –dijo algo más seria–. Me gustabas, es verdad, pero el momento que fui consciente que me había enamorado de ti, que no podía negarlo por más tiempo, fue cuando me regalaste la caja de música.
La miré sorprendido.
–¿En serio?
–Ahí cogiste mi corazón y aún no me lo has devuelto.
Sonreí.
>>Ahora dime, ¿cuándo supiste que estabas enamorado de mí, Laranar?
–Pues… –sonreí–. Te contaré esa historia en otro momento.
–¿Por qué?
–Porque ya hemos llegado a Rócland, capital del reino del Norte.
Una muralla, de entre diez y quince metros de altura, apareció de pronto en medio del bosque.
...

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